Del blog de Juan Aragoneses
Parece, por lo que he leído en su página web, que el Partido Popular de Alpedrete anda algo nervioso, inquieto diría yo, y no sólo con el tema del Plan General de Urbanismo. Me da la impresión que hay otras muchas “cositas” que les preocupan, y no es para menos. Pero al parecer, por lo visto en otros lares, no son los únicos nerviosos…Allá ellos, pero el estrés pre electoral ya les digo yo que a la postre, no trae nada bueno…
Pero bueno, nosotros a la nuestro. Prometí hace algún tiempo a mis fieles lectores, que no por pocos dejan de ser fieles, que escribiría un análisis de lo ocurrido, acerca del Plan General de Ordenación Urbana en sí mismo, y también de cómo veo yo Alpedrete en su conjunto, y lo prometido es deuda. Os voy a hablar de proyectos, de sueños, de esperanzas, de historia, de pasado. Os voy a mostrar mi visión de las cosas alejándome lo más posible de personalismos estériles; Alpedrete no necesita más personalismos, necesita sueños. Y os garantizo que voy a hacerlo de manera sincera, transparente, seguro que enrollándome más de la cuenta, pero espero que de una manera amena y sencilla…
Alpedrete necesita un Plan General de Ordenación Urbana. Lo necesita por muchos motivos, pero quizá el principal de todos sea para a través de él, y como parte fundamental de un proyecto mucho más ambicioso y complejo, vertebrar de una vez por todas socialmente nuestro pueblo, principal causa ésta, su fracturación, de los múltiples problemas que hoy tiene.
Sé que es un discurso complejo e intentaré explicarlo lo más sencillamente que pueda; quizá esa fuera la clave de no ganar en 2007, que no nos fue sencillo explicar el discurso del proyecto de municipio que teníamos y tenemos para Alpedrete.
Empezaré diciendo que todos los alpedreteños y alpedreteñas sentimos que algo no funciona a nuestro alrededor. No es normal que un pueblo como Alpedrete, con más de 15.000 vecinos, tenga sus calles vacías un sábado por la tarde; puede parecer simplista, pero esa es la clave de todo lo demás. Es la clave de cómo un pueblo se apaga sin remedio y de cómo nadie parece encontrar la fórmula para hacerlo florecer.
Alpedrete es un pueblo joven, con más de dos tercios de su población llegada hace menos de 10 años a él. Por otro lado, y si lo comparamos con pueblos similares de provincia, Alpedrete no es autosuficiente. No lo es ni económicamente, ni con el empleo, ni con la supervivencia de su escaso tejido empresarial, comercial y de servicios. Los alpedreteños no invierten en Alpedrete, no compran en Alpedrete, no consumen en Alpedrete y lo que es más triste, no hacen vida en Alpedrete, dicho esto por supuesto, desde el punto de vista más generalista posible. Si los 15.000 que somos, –sin contar a esos 3.000 ó 4.000 que no aparecen en el censo pero que habitan aquí–, hicieramos algo de vida en el municipio, el pueblo, sus comercios y sus calles tendrían otro color bien distinto. Y no hacen vida en él, primero por el alocado ritmo de vida que hoy tienen las familias españolas y segundo, porque nos estamos convirtiendo en un pueblo dormitorio sin ese apego que hace que las gentes se sientan vinculadas a un lugar, a una tierra, a otras gentes cercanas. Y no es culpa suya: bastante tienen con llegar a fin de mes, con sortear los innumerables desafíos que el día a día les plantea, y más con los tiempos que corren…Un conocido constructor me dijo en cierta ocasión, charlando acerca de cómo veíamos el pueblo, que el comercio de este pueblo, tal y como estaba concebido Alpedrete al contrario que otros municipios, no sobreviviría con menos de 30.000 habitantes…Pienso que, conocido el problema y estando ambos de acuerdo en él, igual la solución no es llegar a esas cifras de habitantes sino cambiar una idiosincrasia fallida.
Por eso desde mi punto de vista, Alpedrete necesita con urgencia un proyecto de futuro que lo haga resurgir de sus cenizas. Nuevas ideas, nuevas formas de gobernar y de gestionar lo público, imaginativas, progresistas, participativas, colectivas, integradoras y por supuesto, ilusionantes, vertebradoras y ambiciosas, en las que todos quepamos, porque todos somos necesarios y nadie sobra. Somos un pueblo maravilloso, con enormes potencialidades, muchas de ellas aún por descubrir y explorar, excelentemente ubicado y comunicado, con un entorno privilegiado y envidiado, con multitud de jóvenes preparados y deseosos de participar en la mejora de su pueblo, pero que sin oportunidades, tendrán que irse. Un pueblo que poco a poco se va alejando de sus pocas raíces y escasas tradiciones, y que no promociona ni se enorgullece de un pasado y una historia digna de ser recordada, transmitida y potenciada, incluso como fuente de riqueza. Somos lo que somos, pero quizá nos falte la autoestima de serlo, la voluntad de mejorarlo y la ambición de transformarlo.
Por tanto, ese gran proyecto llamado Alpedrete debe tener la implicación de todos y cada uno, porque Alpedrete necesita que sus gentes se impliquen en él; sin la participación de todos, nunca saldrá adelante. La mayor riqueza de un pueblo son sin duda sus gentes, pero éstas deben hacerse merecedoras de habitarlo. Todos debemos pensar, y no es mía la frase, qué podemos hacer por él y no tanto en lo que él puede hacer por nosotros. Como decía antes, todos somos necesarios e imprescindibles para construir el Alpedrete de mañana, el que heredarán y disfrutarán nuestros hijos y nuestros nietos. Somos necesarios para ganar el futuro, para que Alpedrete de una vez por todas “se haga mayor de edad”.
Pero empecemos por el principio. Alpedrete nunca se ha caracterizado por la unión de sus gentes, por su participación en la construcción de un lugar mejor donde no sólo se viva: se conviva. Es cierto que siempre fuimos diferentes y eso nos hizo únicos, pero arrastramos algunas lacras que deberíamos erradicar cuanto antes. En Alpedrete no hay una gran tradición de peñas, asociaciones, movimientos culturales, festivos, lúdicos, deportivos, etc. Lo mejor que tuvimos fue la sociedad La Corsaria, aquella que organizaba bailes los domingos y los mejores carnavales de la Sierra, pero poco a poco se fue perdiendo. Sociedad en la que participaban los jóvenes del pueblo, que se mantenía por el pueblo y que por su puesto, disfrutaban los vecinos. Antaño tuvimos dos “peñas” de esas con mayúsculas, la Badila y el Chaparrón, pero también pasaron a mejor vida. Murió la asociación de mujeres, la cultural, varios clubs deportivos, la de mayores, la de empresarios…y apenas sobreviven unas pocas y alguna que ha renacido. Pero poca cosa para un pueblo como éste. No existen asociaciones vecinales, musicales, culturales, deportivas y casi ni religiosas. Tenemos unas fiestas cutres, una Semana Santa pobre, unas navidades chapuceras, unas fiestas de verano muertas, unos carnavales artificiales, unas competiciones deportivas tristes, unas actuaciones culturales irrisorias…Y ¿todo por qué? Por la ausencia del pueblo. La gente, por ejemplo, asiste en masa a sus fiestas patronales, pero no participa en ellas porque no son festejos populares…Y cuando falta el pueblo, siempre es culpa de sus gobernantes. Nos han acostumbrado a que las cosas las organiza el Ayuntamiento y su camarilla, y claro, salen como salen. Uno se implica, vive, siente, cuando le dejan hacer y participar, y aquí no se quiere que nadie “haga”. No se quiere participación; sólo asistencia…Y eso mata a un pueblo. Me da envidia cuando salgo de Alpedrete y veo fiestas y tradiciones, festejos y celebraciones, ritos y costumbres del tipo que sean, siempre haciendo pueblo, hermanando a la gente, uniendo a las personas. Eso une un pueblo, hace pueblo, hace comunidad, hace vecinos…Incita a que a la postre el clima del pueblo cambie, mejore y se haga mucho más respirable. Cuéllar y sus encierros, San Lorenzo y su Romería, Cercedilla y sus taladores, Guadarrama y sus carnavales, Moralzarzal y su matanza, Hoyo y su caldereta, Villalba y su “pobre de mí”, Chinchón y su pasión…cientos y cientos de ejemplos en cualquier lugar de España. ¿Y Alpedrete? En Alpedrete somos tan necios que, por ejemplo, organizamos el entierro de la sardina en domingo...
Ya desde otro punto de vista, hace años ya que convivimos con una élite que nos rodea en colonias periféricas y alejadas; en tiempos, incluso antes de la democracia, los jóvenes alpedreteños disfrutaban de buenos jornales trabajando para ese clan, esos señoritos de los de antes, amén del abundante trabajo en nuestras tradicionales canteras. Hace unas semanas, compartiendo conversación con un autónomo del pueblo, me recordaba como en tiempos “los del pueblo” no subían por las colonias, no pasaban de la farmacia…ha llovido mucho desde eso.
Además, la gente del pueblo ha tenido siempre una enorme dependencia jerárquica de algunas familias adineradas y poderosas, esas que algunos denominan caciquiles. No es menos cierto que esas familias se han portado bien con la gente, para qué negarlo. Esa es la piedra filosofal de cualquier pseudofeudalismo que se precie. Igual al más puro estilo de los Santos Inocentes de nuestro ilustre Paco el Azarías y su “milana bonita”, pero se portaban bien al fin y al cabo. A más de uno le libraron de la cárcel o de la muerte en la posguerra, que todo debe ser contado. Quizás sea un bonito paralelismo que años después dedicáramos una Plaza a ese vecino amable y bonachón y que su imagen junto a la de su “milana” y su recuerdo perduren entre nosotros.
Dicho todo lo anterior, que la historia viene bien conocerla y recordarla, diré que las cosas poco a poco han ido mejorando, pero no aquí, en la sociedad española en general. Ya no son tan evidentes las diferencias de clases ni abundan los señoritos ni los caciques, pero hay rémoras que aún Alpedrete, como pueblo, no ha podido superar. Hay demasiados estómagos agradecidos y demasiados miedos que vencer todavía. Favores, amiguismos y compadreos que abundan en el día a día.
Alpedrete es un pueblo fracturado; no en dos, como piensan algunos, sino en muchos más. No es una cuestión de nuevos y antiguos vecinos, de los nuevos y de “los del pueblo de toda la vida”; es algo más profundo. Alpedrete está dividido por sus colonias y urbanizaciones, las nuevas y las viejas, por sus gentes, los nuevos y los viejos, y dentro de sus viejos pobladores, entre los que viven cerca del caso y los que lo hacen alejados de éste. Son unas muy delgadas líneas, quizá invisibles no lo sé, pero que se reflejan en los usos y costumbres de la mayoría. Y mientras que entre todos no consigamos unir todos esos pedacitos de este pequeño pero gran pueblo, no tendremos un futuro común esplendoroso. Y lo tendremos que hacer con la participación de todos, de las gentes de esta maravillosa Villa independiente desde 1840, en pos en un futuro mejor para todos, de una convivencia digna de un pueblo como el nuestro.
Hace años Alpedrete recibía miles de nuevos vecinos en verano, vecinos de sus colonias y urbanizaciones. Incluso éstas disfrutaban de sus propias fiestas. Yo mismo disfruté durante años de los “disfraces” de las Cerquillas, míticos antaño. Ahora no. Ahora esa gente no viene, ya está aquí. Ahora esa gente se marcha a la playa y Alpedrete tampoco revive en verano. Pero antaño tampoco existía un gran “mestizaje” entre las gentes. Es más, eran frecuentes las disputas entre chavales del pueblo y los de las colonias y urbanizaciones, hasta tal punto, que en ocasiones éstos últimos ni se atrevían a “bajar” al pueblo…
Son problemas que Alpedrete ya no puede seguir padeciendo porque lastran el desarrollo social, económico y cultural del conjunto. No puede, porque sería hipotecar un futuro que tenemos que empezar a construir hoy.
De ahí que el Plan General de Ordenación Urbana pudiera ser la excusa para construir ese gran proyecto humano, ese gran proyecto social. Eso, y la Agenda Local 21.
Ambas cosas, el PGOU y la Agenda Local 21, gestionadas como un todo, como ese gran proyecto de municipio del futuro amable y moderno, serían las herramientas necesarias para vertebrar social, económica, urbanística y culturalmente el municipio, fomentando sus potencialidades y dejando atrás sus rémoras. Hablo de unir, de derribar barreras.
No es una actuación específicamente “medioambiental”, tal y como se pretende hacer ver desde algunos sectores interesados, sino socioeconómica y con la finalidad de concienciar a las gentes en el desarrollo sostenible, y facilitar a los políticos la toma de decisiones consensuadas para el cambio necesario. Hablo sobre todo de participación.
Unir un pueblo de manera participativa.
El desarrollo sostenible, que tiene mucho que ver con lo “medioambiental”, es bastante más que eso. Es, cómo decía al principio, no tener un pueblo muerto un sábado por la tarde, es que las tiendas no permanezcan vacías, ni apostar por campos de golf y grandes urbanizaciones que lo fracturen aún más. Es, en definitiva, soñar un pueblo y hacerlo realidad con sus gentes, implicados todos en un nuevo proyecto sencillo, entendible e ilusionante para todos. Es fomentar, como si se tratara de uno de los principios básicos de la izquierda, lo colectivo, la participación, el trabajo en equipo por encima del individualismo que se apodera de los hogares y las gentes, fomentado por la rancia derecha de siempre. Algo tan habitual en un pueblo como saber cómo se llama tu vecino o dar los buenos días cuando uno llega a la cola del bus, es algo de lo que ya empieza a carecer Alpedrete. Y es lamentable. Y eso, por tonto que parezca, también hace pueblo y ayuda a su desarrollo socioeconómico.
Ese proyecto colectivo, ese gran sueño que servidor aún tiene, más allá de muchas políticas y actuaciones concretas en todos los ámbitos siempre vistas de un modo transversal, necesitaría un símbolo, un icono, algo que marcarse un antes y un después en la convivencia socioeconómica local, que enorgullecera a los vecinos y llenaran el municipio de visitantes. Que dotara al pueblo de algo que lo distinguiera para siempre, de algo que uniera a sus gentes entorno de ese proyecto, que engrandeciera su pasado y que ensalzase la piedra como rasgo caraterístico de Alpedrete. Que hiciese del pueblo un lugar más amable, transitable y lugar de verdadera reunión y encuentro de sus gentes. Y ese símbolo, ese icono protagonista del proyecto, servidor lo ha soñado. Lo ha soñado y lo ha visto en Salamanca, en Madrid, en Ocaña, en Chinchón...lo ha visto en Noblejas y en tantos y tantos lugares: una Plaza Mayor.
Algunos se reirán. Algunos pensarán que soy un iluso o un loco. Pero ahí queda eso...Los políticos soñamos los pueblos, los soñamos para transformarlos en lugares mejores por, para y con las gentes. Quizás algún día dentro de muchos años, alguien recuerde estas palabras.
Pero, una vez perdidas las elecciones de 2007 y agotada la posibilidad de llevar a cabo ese sueño durante cuatro años, el Plan General de Ordenación Urbana pasaba a ser sólo urbanismo. Ya no podía ser parte de ese gran proyecto colectivo que los socialistas teníamos para con Alpedrete y habríamos de conformarnos, que no es poco, con que no destrozarán el pueblo, y con conseguir todo aquello que pudiera encajar más adelante con ese gran proyecto colectivo.
En primer lugar, la protección del norte del municipio, quizá la zona medioambientalmente más rica, sensible y delicada. No existiría sueño sin el norte del pueblo protegido. No podríamos soñar con crear riqueza, trabajo y bienestar a través de una economía sostenible, turismo ecológico, un gran “parque de ocio verde” con rutas en bici y a caballo, piscinas naturales, canteras habilitadas para escalada, centros de interpretación de la naturaleza, centros de pesca, etc, si en esa zona se construía un polígono sucio y 3.000 chalets de lujo.
En segundo lugar, la construcción de viviendas sociales. No podríamos asumir ese gran reto si nuestros jóvenes, principales impulsores del cambio, tenían que dejarnos por no poder pagar sumas elevadísimas de dinero por una vivienda.
En tercer lugar, la ampliación del polígono. Es imprescindible, primero para la creación de un vivero de empresas verdes, fomentando la investigación, el desarrollo y la innovación, y –como no–, constituyendo una fuente de recursos para sufragar semejante proyecto colectivo.
Y por último, dentro de estos ejes fundamentales, la adquisición de terrenos dotacionales para posibles nuevas infraestructuras.
Muchas de esas premisas, por no decir todas, las hemos conseguido. Las hemos materializado con nuestra lucha, nuestras propuestas y nuestra responsabilidad, y por supuesto con el trabajo y dedicación de muchos vecinos anónimos y conocidos.
Durante la tramitación del Plan General de Ordenación Urbana, se ha hablado mucho de Los Llanos Sur. Mucho y muy mal tanto acerca de su pretendida urbanización, como de sus promotores y propietarios. No seré yo quien defienda a nadie, pero algo si diré: al final los proyectos no son buenos o malos dependiendo de quién los haga, lo son o no en sí mismos, y son los empresarios los que invierten para crear riqueza y eso, como mínimo, merece un respeto. Ellos, los empresarios, saben que la construcción en Alpedrete tiene los días y el suelo contado: ellos también tendrán que reconvertir sus esfuerzos e integrarse de maneras distintas. Es necesario que Alpedrete tenga oportunidades de negocio para todos, igual no las de siempre, pero oportunidades al fin y al cabo. Los Llanos es una de las zonas del pueblo que se puede aceptar desarrollar, quizá la última. De hecho, de edificar alguna, es aquella en la que menos daño se ocasiona. Hacerlo, también aumentaría las viviendas protegidas y el suelo dotacional.
Todo eso se ha conseguido, y en gran medida, gracias a los socialistas. Pero es verdad que un Plan General de Ordenación Urbana es mucho más que eso, y el PP lo sabe bien. El problema es que el PP no ha diseñado un Plan General acorde con las necesidades de Alpedrete y sus gentes, no acorde con un proyecto de pueblo, un proyecto colectivo: ha diseñado un Plan General que por desgracia (y quizá por casualidad, no lo sé, o sí lo sé pero no lo digo), está hecho a la medida de los intereses de algunas familias poderosas de esas que hablábamos al principio. Familias que salen beneficiadas de las recalificaciones en Los Llanos Sur, beneficiadas con las recalificaciones de suelo industrial (incluso en el ámbito de la Estación de Cercanías de Los Negrales) beneficiadas por recalificaciones de suelo urbano…demasiadas casualidades si tenemos en cuenta qué Concejal fue el impulsor del Plan General. Pero dicho esto, no todo es malo porque les beneficie a unos pocos. Hay cosas sensatas que les benefician, entre otras cosas porque son los dueños legítimos del suelo, y eso es intocable. Por eso decía que los proyectos son buenos o no en sí mismos y no por quienes son sus promotores….y añado ahora, por quienes sean sus beneficiarios. Este es el caso de Los Llanos en mi opinión. No podemos paralizar, como así quieren algunos, un futuro para el pueblo porque unos terrenos sean de quien sean o porque el promotor sea el que sea…Y aquí entramos en otra de las “casualidades” que les afecta enormemente: la ampliación del casco urbano.
Decía al principio que el PP anda nervioso. Me han puesto a parir en su página web e incluso se atreven a intentar ridiculizarme y empequeñecer mi figura pública (les guste o no, sigo siendo Portavoz del Grupo Socialista en el Ayuntamiento) llamándome “Juanín”. Me hace gracia que se pierdan incluso las buenas maneras y las formas en política. Nunca me atrevería a dirigirme a la Señora Alcaldesa, que también lo es mía, como “la Mari”, pero por suerte, hay maneras y maneras de hacer y estar en política. En cualquier caso les diré que me encanta mi nombre y que así me llaman muchos vecinos por el pueblo…
Entrando en lo fundamental, me acusan de mentir a los vecinos por el tema del Área de Actuación en el casco urbano. Esa actuación urbanística que pretende “expropiar” de facto el 79% de las propiedades de los vecinos. Me acusan de ser el promotor de la idea e intentar ahora ser el “Robin Hood” de los vecinos para arreglar el despropósito.
Como bien dice el PP, el Grupo Socialista propuso en dos ocasiones lo siguiente:
"La actuación denominada como "Nuevo Ensanche" debido a sus dimensiones y afecciones, no puede ser gestionada como una actuación directa a través de la aplicación de la normativa urbanística. Este suelo urbano debe ser gestionado como Unidad de Ejecución, garantizando así al municipio la participación en las plusvalías generadas a través de las cesiones de suelo que estipule la ley"
Esta propuesta nace al eliminar el PP la actuación de 76 viviendas, con la cesión de más de 10.000 m/2 para el pueblo, en la zona existente entre las calles Los Canteros, Prado de la Iglesia y Zaburdón, prevista en el Avance del Plan General de 2005. Esa actuación fue eliminada tras la aceptación de algunas sugerencias meses después de su presentación.
Su eliminación tenía como consecuencia que en esa misma zona, se pasara de 76 a 400 viviendas, con todo lo que ello llevaría aparejado, y la pérdida de recursos para el pueblo con el aumento exponencial de beneficios para los propietarios que todos conocemos, dicho sea de paso. Y sí, tal y como dice el PP, lo califiqué de “golfada”: lo que era.
Siempre he defendido que en un desarrollo urbanístico el último céntimo debe ser para el pueblo que, al fin y al cabo, es el que acomete la reclasificación de los suelos. Por desgracia en Alpedrete, gracias a todas esas rémoras explicadas antes, el pueblo nunca ha visto un euro producto de las recalificaciones. Habría que pensar en el por qué y quienes se han quedado con sus cinco euros y con el que pertenecía legítimamente al pueblo…Así pasó, sin ir más lejos, con la ampliación del casco urbano del año 1994. Las cosas se han hecho mal muchas veces, por desgracia, pero ya es hora de empezar a gestionarlas con criterios que primen el interés general de los vecinos y no el interés particular de unas élites.
Y sigo pensando igual. Y por eso se propuso aquello. Pero claro, en esa propuesta, que bien ha copiado el PP en su web, nada habla de cuántas Unidades de Actuación había que ejecutar, ni con qué edificabilidades. Para los poco duchos en la materia, debo aclarar que la edificabilidad es el numerito que determina lo que se podrá construir. A mayor edificabilidad, más metros construidos, y en el caso particular de una Unidad de Actuación, que es el que nos ocupa, lo mismo que se construye se cede. De ahí que los vecinos tuvieran que ceder parte de su suelo. Pero claro, no fuimos nosotros los que propusimos que la edificabilidad fuera del 0,72, es decir, del 72%, ni que las cesiones por tanto fueran del 79% de las propiedades…ni que sólo hubiera una unidad de actuación que englobase a pequeños y grandes propietarios y los equiparase cuando son necesariamente diferentes. Ni fuimos quienes obligamos a incluir el barrio de Colmenillas en esa actuación urbanística.
Nosotros dimos la idea, sí, y lo volveríamos a hacer. Pero no fuimos los encargados de ejecutarla así de mal y así de desmesurada, e incluyendo a propietarios que nunca deberían haber sido afectados. Fue el Equipo de Gobierno del PP y sus socios, los de UNPA. No el Grupo Socialista en el Ayuntamiento, ni Juan Aragoneses ni nadie del Partido Socialista…
Sé que es difícil de entender, porque es un tema feo, farragoso y desagradable…pero sólo daré un dato: cuando vimos el desarrollo del asunto, los cuatro Concejales del PSOE votamos en contra en el Pleno y los ocho del PP más los dos de UNPA, a favor. Eso lo dice todo.
Y ahora se justifican atacando al PSOE y a un servidor. Si tan malo era, que no lo hubieran votado. Es así de sencillo, señores concejales del PP. Yo no lo voté. Mis compañeros tampoco. Y sí, lo más probable, como ya quería el PSOE desde el principio, –que les recuerdo que la propuesta fue algo responsable por nuestra parte para no paralizar todo el trabajo ya hecho, al quedarse el PP sin mayoría tras el escándalo del Concejal de Urbanismo–, es que el Casco Urbano finalmente no se amplíe. Y así será.
Ahora estamos en una situación compleja: se han presentado más de 700 alegaciones y el Pleno tendrá que resolverlas. Por tanto, y siguiendo el PP en situación de minoría por el ya citado escándalo y de su Concejal de Urbanismo, tendrán que resolverse por medio de un acuerdo político. No sé ni cómo, ni en qué condiciones, pero una cosa está clara: el Grupo Socialista ya ha puesto negro sobre blanco sus propuestas, y éstas no se van a variar. Nos encantaría que contaran con nosotros para conseguir el mejor Plan de Urbanismo para el pueblo, con el mayor consenso y respaldo posible, pero que se sepa que nosotros englobamos ese Plan General de Ordenación Urbana en un Plan superior de proyecto y de concepto de pueblo. Ese proyecto al que me refería antes, ese proyecto social, económico y cultural que vertebre de una vez por todas Alpedrete, que como he repetido hasta la saciedad, debe hacerse mayor de edad. Y por tanto, no participaremos de ningún acuerdo que sea malo para el pueblo y su futuro.
Quizá ese sea el principal problema que siempre ha tenido el PP: que nunca ha tenido un proyecto de municipio. Bueno, un proyecto como tal no han tenido, pero si un propósito: que nada cambie para que todo siga igual. Que siga siendo un pueblo tranquilo, medio muerto, en el que los de siempre sigan mangoneando, y ellos, por obra y gracia de la resignación y el conservadurismo, seguir gobernando la nada más absoluta.
Ahora el PP se ve ahogado y contra las cuerdas. Problemas con algunos de sus concejales más populares, problemas con muchas familias de derechas muy enfadadas y a punto de retirarles su apoyo, problemas muy serios en las arcas municipales, problemas de egos de su dirigente máximo municipal, problemas para encontrar buenos equipos con los que gestionar un pueblo y presentarse ante los vecinos el próximo 22 de mayo, problemas porque algunos de sus mejores y más preparados concejales ya hayan anunciado que se van…
De ahí que busquen desesperadamente primero, “golpear” al PSOE y segundo, golpes de efecto mediáticos que les ayuden en su caída; golpes como la propuesta de bajada de impuestos que será una realidad el próximo curso. Bajada que apenas apreciarán los vecinos, bajada de media de un euro mensual, pero que mediáticamente pueden intentar sacarle provecho estando el patio como está.
En lo político, este año será apasionante. Alpedrete y su futuro se juegan mucho y quedan aún muchas fichas por mover en este tablero de ajedrez político. Y auguro que más de una sorpresa nos vamos a llevar…Y si no, al tiempo.
Muchos piensan que Alpedrete es un pueblo de derechas. Hoy mismo me lo decía un compañero. Yo creo que no. Puedo estar equivocado, por supuesto. En mi opinión igual que nunca tuvimos, como decía al principio, una gran unión o participación de las gentes en las cuestiones del pueblo, tampoco la ha habido en cuestiones políticas. No existe una gran cultura democrática y de participación política extendida en el municipio. Alpedrete es un pueblo que más que por ideologías se ha movido históricamente por personalismos. Las primeras elecciones las ganó un partido independiente, si bien el Alcalde elegido fue un socialista. Tras ocho años en los que la gente votaba más a Félix, que era un gran alcalde y mejor persona, que al propio PSOE, entró el CDS, con un joven abogado a la cabeza, hijo del pueblo de familia “histórica”. Entró sin haber ganado las elecciones y gracias a un pacto extraño que alejaba a Félix de la Alcaldía, de la que se quedó fuera por apenas 6 votos que le faltaron para su segunda mayoría absoluta. Ese nuevo Alcalde era el hijo del alguacil y muy bien mirado por la mayoría de familias poderosas. En aquella época, algunos de los actuales concejales, tanto de UNPA como del PP, le acompañaban en las listas centristas. Cuatro años después todos ellos volvieron a ganar, esta vez con mayoría absoluta, pero ya bajo las siglas del PP. Y así hasta 1999. Me detengo un poco en 1995. El PP acostumbraba a hacer sus listas, no tirando de cantera, sino fichando gente conocida del pueblo que atrajera votos, bien por su valía o bien por cuestiones familiares. La concejala actual de UNPA, que no quería repetir, propuso al Alcalde el nombre de una mujer conocida del pueblo para sustituirla. El Alcalde accedió. Esa mujer lleva ya 8 años como Alcaldesa. Tras esto, ya en 1999 y tras la retirada del Alcalde de la nueva carrera electoral, (en mi opinión, por los problemas surgidos con la Fiscalía por la construcción del aparcamiento del Hotel en vía pecuaria) el PP perdió la mayoría absoluta. Nació por esa época un nuevo partido independiente, muy basado de nuevo en los personalismos, que fue juez y parte durante toda esa legislatura, en la que nuevamente hubo Alcalde del PSOE. Una de sus concejalas fue aquella que propuso a la que hoy es aún Alcaldesa. Y en 2003 repitió, pero creando unas nuevas siglas, año éste en el que el PP recuperó la Alcaldía. Ya en 2007, cuando servidor fue cabeza de lista del PSOE, nos quedamos a menos de 100 votos de quitar esa mayoría absoluta del PP, y apareció como concejal, quizá como figura en auge, el hijo de un concejal “histórico” del PSOE, que encabezó las listas independientes acompañado por esa concejala también “histórica”.
Entendería que se hubieran perdido hace rato. Hasta yo casi lo he hecho al escribirlo…Todo es una amalgama de líos familiares, personalismos y juegos políticos demasiado alejados de ideologías, que son los que nos han gobernado desde siempre. Y eso que tampoco me he extendido mucho para cuidar la salud de sus cabezas y de la mía propia. He pasado por alto deserciones en todos los partidos, transfuguismos, deslealtades de todo tipo, etc…Pero eso lo dejaremos para otro rato.
En toda esta amalgama de caciquismos, personalismos, malas gestiones y crecimiento alocado del municipio desde 1994 y, por tanto, de mucha más fractura social, ha aparecido recientemente la guinda del pastel: 3 millones de euros tirados a la basura por el Ayuntamiento. Y me explico:
Durante más de 20 años, Alpedrete ha tenido (afortunadamente ya no) un recaudador municipal externo que era el encargado de, hablando de manera sencilla, cobrar los impuestos. Ahora se ha descubierto en el Ayuntamiento un agujero de tres millones de euros procedentes de impuestos de imposible cobro, al parecer, (y siempre de manera presunta) por negligencias del recaudador.
El PP dice que no pudo rescindirle el contrato en 2006 porque nosotros, entre otros Grupos, nos opusimos a ello, como si la culpa de lo sucedido fuera nuestra. Lo que omite decir es que en el Pleno en el que se trató el asunto (y existe un acta en el que queda muy clara nuestra posición) dijimos en nuestra intervención que estábamos de acuerdo en ello (lo que además era una obviedad, ya que la rescisión venía obligada por Ley) pero que en nuestra opinión el Ayuntamiento debía dotarse ANTES de los medios y la estructura técnica y de personal necesarios para poder llevar a cabo el trabajo.
Y esta es mi visión particular sobre Alpedrete. La visión que intentó construir un proyecto político capaz de cambiar las cosas, capaz de transformar el municipio, pero que no obtuvo el suficiente respaldo social y electoral para ello. Seguro que servidor y su gente cometieron cientos de errores, y se han hecho muchas lecturas distintas e interesadas desde entonces de aquellos resultados electorales, pero sinceramente creo, y esta es la moraleja de todo, que el proyecto merecía y merece la pena. Alpedrete y sus gentes merecen la pena.
En mi opinión, de una vez por todas Alpedrete necesita crecer y alcanzar su mayoría de edad. Estoy seguro que todos soñamos un pueblo mejor, aunque muchos vivan en la resignación de seguir cómo siempre y atemorizados por los cambios. También estoy seguro de que muchos de los que se sienten cómodos así, aceptarían el progreso al que siempre se han resistido si este fuera serio, cabal y encabezado por gentes sensatas y de fiar.
Este es mi sueño. Pero no sólo mi sueño, es el sueño de muchos que han participado en él. Este es el sueño de un proyecto que nació antes de mí, que yo impulsé, y que seguro otros materializarán. Es el sueño de Alpedrete, de un pueblo y de sus gentes, y si me apuran, hasta de la última roca de granito o piedra berroqueña decorada con sus característicos gabarros de nuestras canteras. Un proyecto, un sueño.
Juan Aragoneses Carralón
ja,ja,ja. No te han creído ni en tu propio partido y pretendes que te crea todo un pueblo.
ResponderEliminarDespierta, o mejor sigue durmiendo.
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