El semanario comarcal “El Faro” ha publicado en su edición del pasado día 31 unas declaraciones atribuidas a Usted, relativas a los recortes en el servicio de las líneas interurbanas 681 y 685, que dan servicio a nuestro municipio.
En primer lugar, quiero dejar patente que los problemas que sufren diariamente nuestros vecinos no se deben a “un desfase entre la información que han recibido los usuarios y el servicio que se estaba prestando…”, (El Faro dixit) sino lisa y llanamente a la insuficiencia de la oferta de plazas en algunos momentos.
Desde el día en que se materializó tal recorte, es común observar que en las horas “punta”, los autobuses llegan ya llenos a las paradas del centro del pueblo y no se detienen en ellas, dejando a decenas de personas a la espera de otro (que puede a su vez llegar también lleno, o con un número de plazas libres inferior al de las personas que esperan en la parada)
La frustración de quienes día tras día llegan tarde a sus ocupaciones por este motivo, ha llevado a algunos de ellos a protagonizar en varias ocasiones pequeños alterca-dos en los que se trata de impedir al autobús iniciar su marcha, con intervención (afortunadamente poca) de la Policía Local. Por supuesto que no justificamos estos actos, pero comprendemos la indignación de quienes los protagonizan.
Como Usted sabe, los autobuses llevan, por imperativo de la Ley de Seguridad Vial, unas pequeñas placas con las iniciales de las palabras Servicio Público.
Un Servicio Público de transporte de viajeros, en nuestra opinión, no debe caer en el extremo de permitir que sus autobuses circulen a todas horas con una ocupación del 50%, pongo por caso, porque eso lo terminaríamos pagando todos los madrileños, usuarios o no. Pero tampoco en el contrario, que es al que se ha llegado en la actualidad. Entre esos dos extremos existe la opción de calcular con la mayor exactitud posible la demanda real del servicio en cada línea y franja horaria, y ofertar las plazas necesarias para cubrirla.
Le invito a Usted a que se acerque cualquier día laborable entre las siete y ocho de la mañana a la parada sita en la plaza de Francisco Rabal de Alpedrete, a verificar los extremos que le he indicado.
De paso, podrá Usted explicar a los usuarios cómo se han realizado esos cálculos, según los cuales ellos realmente no deberían estar allí, porque la demanda se ha reducido un 33%. Y demostrarles que el porcentaje de viajes suprimidos tampoco tiene nada que ver con el de recorte presupuestario de la Consejería de Transporte, Infraestructuras y Vivienda.
En un Servicio Público de transporte de viajeros, Señor mío, el objetivo debe ser facilitar la movilidad de sus usuarios, contribuir a la disminución del tráfico rodado (y la contaminación que genera) y posibilitar los desplazamientos a quienes no tienen la fortuna de disponer de un vehículo propio. Con el menor coste posible, por supuesto, pero supeditando cualquier otra motivación a la prestación de un servicio adecuado a la demanda, y de calidad. ¿Cree Usted que los empresarios que emplean a los vecinos que día tras día llegan tarde a su trabajo por falta de transporte público, lo soportarán sine die sin despedirles? ¿O quizá cree que lo que deben hacer los usuarios es, por ejemplo, anticipar su salida una o dos horas, para que así se distribuya la demanda entre los servicios disponibles y, en sus palabras, hacer que éstos sean “eficientes y sostenibles”? Lo único que no es posible es que las cosas se mantengan como están indefinidamente, mientras nuestro inoperante Ayuntamiento mira hacia otro lado, sin hacer nada para tratar de solucionar los problemas de los alpedreteños que les han elegido. Porque, por desgracia, aún queda más de un año para las siguientes elecciones autonómicas y locales. Demasiado tiempo para seguir soportando día tras día esta situación. Por último, no “hacemos bandera” de nada: cumplimos nuestra obligación de defender a nuestros vecinos, dando voz a quienes no la tienen.
Atentamente,
Marta Díaz Álvarez
Desde el día en que se materializó tal recorte, es común observar que en las horas “punta”, los autobuses llegan ya llenos a las paradas del centro del pueblo y no se detienen en ellas, dejando a decenas de personas a la espera de otro (que puede a su vez llegar también lleno, o con un número de plazas libres inferior al de las personas que esperan en la parada)
La frustración de quienes día tras día llegan tarde a sus ocupaciones por este motivo, ha llevado a algunos de ellos a protagonizar en varias ocasiones pequeños alterca-dos en los que se trata de impedir al autobús iniciar su marcha, con intervención (afortunadamente poca) de la Policía Local. Por supuesto que no justificamos estos actos, pero comprendemos la indignación de quienes los protagonizan.
Como Usted sabe, los autobuses llevan, por imperativo de la Ley de Seguridad Vial, unas pequeñas placas con las iniciales de las palabras Servicio Público.
Un Servicio Público de transporte de viajeros, en nuestra opinión, no debe caer en el extremo de permitir que sus autobuses circulen a todas horas con una ocupación del 50%, pongo por caso, porque eso lo terminaríamos pagando todos los madrileños, usuarios o no. Pero tampoco en el contrario, que es al que se ha llegado en la actualidad. Entre esos dos extremos existe la opción de calcular con la mayor exactitud posible la demanda real del servicio en cada línea y franja horaria, y ofertar las plazas necesarias para cubrirla.
Le invito a Usted a que se acerque cualquier día laborable entre las siete y ocho de la mañana a la parada sita en la plaza de Francisco Rabal de Alpedrete, a verificar los extremos que le he indicado.
De paso, podrá Usted explicar a los usuarios cómo se han realizado esos cálculos, según los cuales ellos realmente no deberían estar allí, porque la demanda se ha reducido un 33%. Y demostrarles que el porcentaje de viajes suprimidos tampoco tiene nada que ver con el de recorte presupuestario de la Consejería de Transporte, Infraestructuras y Vivienda.
En un Servicio Público de transporte de viajeros, Señor mío, el objetivo debe ser facilitar la movilidad de sus usuarios, contribuir a la disminución del tráfico rodado (y la contaminación que genera) y posibilitar los desplazamientos a quienes no tienen la fortuna de disponer de un vehículo propio. Con el menor coste posible, por supuesto, pero supeditando cualquier otra motivación a la prestación de un servicio adecuado a la demanda, y de calidad. ¿Cree Usted que los empresarios que emplean a los vecinos que día tras día llegan tarde a su trabajo por falta de transporte público, lo soportarán sine die sin despedirles? ¿O quizá cree que lo que deben hacer los usuarios es, por ejemplo, anticipar su salida una o dos horas, para que así se distribuya la demanda entre los servicios disponibles y, en sus palabras, hacer que éstos sean “eficientes y sostenibles”? Lo único que no es posible es que las cosas se mantengan como están indefinidamente, mientras nuestro inoperante Ayuntamiento mira hacia otro lado, sin hacer nada para tratar de solucionar los problemas de los alpedreteños que les han elegido. Porque, por desgracia, aún queda más de un año para las siguientes elecciones autonómicas y locales. Demasiado tiempo para seguir soportando día tras día esta situación. Por último, no “hacemos bandera” de nada: cumplimos nuestra obligación de defender a nuestros vecinos, dando voz a quienes no la tienen.
Atentamente,
Marta Díaz Álvarez
No hay comentarios:
Publicar un comentario